miércoles, 12 de mayo de 2010

LA SONRISA DE LA LUNA

Camino de la mano en la oscuridad con la luna, sus dedos son frágiles y tristes como el día de hoy. Nos sentamos a tomar un café junto al mar, ese mismo mar que inunda nuestras vidas. Le susurro al oído lo bonita que es. Sonríe con delicadeza, siempre lo hace. No se cuantos cafés vamos, son tantos en tan poco tiempo, tantos que olvide el sabor de aquella tibia taza.

Ella sonríe de manera seria. Se puede ver la tristeza en sus rosados y tiernos labios, aún más, cuando evita mirarme. Malditos los minutos que nos rodean asfixiando nuestros pulmones tanto como cuando sientes los labios de ese amor que no es amor.

Mírame y piérdete conmigo en el amanecer, regálame tu sonrisa, yo te obsequio una fogata en el infinito. Su rostro pálido se alimenta de las estrellas nacidas del silencio, y aprieta su mano contra sus ojos azul espacio. Vuelve a sonreír con delicadeza, siempre lo hace. Ella no se da cuenta, pero acaba de golpear mi vida con sus ojos de diamante. Fuera de órbita respiro. Mi alma flota. Mis pies descansan. Su sonrisa congela mi pasado, me viste con su piel cósmica. Acaricia mi rostro. ¡CARAJO! Nadie me perturba como tú lo haces…

No se cuantas tazas de café van, no se cuantas. “Es hora de irnos”, dice con timidez. “Hace frío”, maldición, es cierto, hace frío. No importa, sólo su voz importa, tan sólo su ATMOSFÉRICA VOZ. Se suelta de mis manos, y se va sin que yo pueda evitarlo, se va. De pronto gira y corre hacia mí. Escribe su número en mi alma para poder llamarla. Y una vez más sonríe con delicadeza, siempre lo hace. Y se vuelve a ir cada vez más, cada vez más. La observo subir lentamente, saltando de estrella en estrella hasta perderse en las nubes. Cierra sus ojos y se va a descansar… Y se fue, y me fui.

Desde aquel día, desde aquel café, desde aquel mar, le escribo un poema cada noche para enamorarla aunque ella no lo sepa.

0 comentarios:

Publicar un comentario