lunes, 10 de mayo de 2010

EN ALGUNOS ESPEJOS NO HAY REFLEJOS

Paseando en mi mente, como casi siempre por rincones, además de oscuros, débiles, nostálgicos, inútiles, estúpidos, en fin, tan sólo rincones, encontré un motivo para no mirar en ninguna dirección que no sea la que esta frente a mi sonrisa más real. Aquella sonrisa que nunca antes pude conseguir despierto en un fin de semana y en cada noche cuando me miraba al espejo sin obtener un reflejo de las palabras que escuchaba por las mañanas cuando los sueños dejaban de ser sueños para convertirse en respuestas que nunca tuvieron dueño. Como aquellas fotografías vacías: sin imágenes, sin personas ni lugares, sin recuerdos ni melodías. Menos una sola puta razón para describir emociones sin piel que las cuide o al menos “intente” cubrirlas en los días cuando no sabes amar… Es como pretender que una cicatriz viva en la piel de alguien si antes no latía una herida ahí mismo, IMPOSIBLE. ¡Mierda!, no sirves y nunca servirán tus excusas cuando no tienen final y un reflejo que demuestre que lo sientes (lo que sientes).

Paseando en mi mente sin rincones, encuentro mi reflejo dormido junto a la embriaguez y la suciedad en un callejón sin estrellas; descansa sobre vidrios que a duras penas brillan en el atardecer. Respira de lo ajeno, transpira del desierto, bebe de la noche, se alimenta de la Luna. Me acerco a él. Me envuelvo en él y lo atrapo para siempre. No puedo creer que haya pasado tanto tiempo. Como pude abandonarlo. No puedo creer que siempre estuvo ahí, al alcance de mis ojos. Sólo necesitaba dejar de ser, oír una canción en silencio y verme en el espejo correcto.

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