domingo, 15 de agosto de 2010

La Mesa Está Servida...

La mesa está servida y las miradas buscan el silencio poco antes del atardecer de un viejo reloj que se sostiene a duras pena de la pared más ancha y vieja de aquel cuarto marrón; las horas observan la mesa servirse de las sombras, de la carne y de las venas de quienes respiran de los segundos que caminan por los rincones de este extraño mundo.
Una vela encendida a medias se muere lentamente en el centro de la mesa de tal forma que se puede escuchar su cansancio y sentir la calma de una hoja seca cuando se desprende del verano.
Una botella de vino y un par de copas palpitan de deseo humedeciendo al aire, endulzando a la oscuridad, despertando los sentidos y adormeciendo a la razón.
Algo lejos de la mesa, al otro lado de la casa, la cama envuelve dos cuerpos sin piel, consumidos por el placer que aún hay besos por explorar con impetuoso ardor y existe tiempo... para encender otra vela más.